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Identidad como validadora del proyecto

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Solemos creer que el quehacer arquitectónico simpatiza inicialmente con elementos constitutivos de espacio, con conformaciones técnicas y materiales que se asocian a vivencias perceptivas, y que el lugar que ocupan los elementos de diseño sean tanto gráficos o de equipamiento, ocupan otro lugar en la arquitectura y otro rol para el trabajo de los arquitectos.

Esto último no solamente es una simplificación a nuestras tareas sino que como arquitectos construimos espacio, y proyectando hacia el futuro planificamos y generamos vivencias, experiencias que luego de entregar la obra empiezan a cobrar vida y a relatar una historia diferente.

Es en esta circunstancia, en los eventos y hábitos de los usuarios con la arquitectura, donde aquellos elementos “de segundo orden” adquieren protagonismo, y se convierten en objetos de uso que se manifiestan como los representantes de la identidad del lugar.

En la obra Regum, se lograron identificar en etapas iniciales de proyecto y desde las conformaciones espaciales, ciertas piezas fundamentales para delinear usos y funciones de los ámbitos proyectado que trascendían al imaginario del equipamiento ideal o de catálogo.

Es aquí donde la necesidad del cliente comenzó a generar trazos en las ideas del proyecto de interiorismo.

Los determinados usos espaciales asociados a una manera explícita de concebir las funciones de oficina definieron el equipamiento en esta obra donde el mobiliario y el detalle sobre vinilos y terminaciones diseñados especialmente para el lugar, no se pueden disociar del proyecto de arquitectura.

El uso de la materialidad y las terminaciones, la formalización de un equipamiento específico, los diseños de patrones y el trabajo sobre la fachada constituyen a la imagen corporativa y definen a la empresa Regum, donde en nuevas circunstancias edilicias, estos elementos seguirán formando parte inseparable de su identidad.

 

Ivanna Bello